01 mayo 2021
Azu, Paca, Concha, Lola, Nuria, Marisa y Maribel
No estábamos dispuestas a quedarnos sin Camino este año como el pasado. Según se acercaba el puente de mayo, el gusanillo nos picaba por dentro, así que comenzamos a planificar un Camino de Santiago muy atípico, pero Camino, al fin y al cabo.
Este año las camisetas hacen alusión, como no, al Covid, al que vamos dando pisotones según avanzamos porque no vamos a consentir que vuelva a interferir en nuestros planes.
Para no dormir fuera de casa, sólo haremos una etapa que, además, tendremos que modificar ligeramente por las restricciones de movilidad que tenemos en la Comunidad de Madrid.
La etapa en cuestión es la que va de Manzanares el Real a Cercedilla. Al estar Manzanares cerrado perimetralmente, comenzaremos en El Boalo.
Evidentemente, al no ser una etapa circular, tenemos que planificar la ida y la vuelta. Partimos temprano, repartidas en cuatro coches hasta Cercedilla, donde dejamos dos de ellos aparcados. En los otros dos, volvemos hasta Cerceda, donde tomamos el desvío a El Boalo.
Aparcamos en el parking público que se encuentra en la Avenida de la Paz, muy cerca de la Iglesia de San Sebastian. Por cierto, que su campanario está llenito de okupas 😍
Frente a la salida del parking, un gallo mañanero, que convive en buena armonía con un pavo real, nos da los buenos días a golpe de «kikiriki».
Callejeamos por el pueblo buscando algún sitio abierto para desayunar. De camino, Mbperegrina se enamora de un perrillo madrugador que se acerca a la valla pidiendo cariños ♥️
Desayunamos en una terraza en la plaza central del pueblo, junto a una escultura dedicada a sus vecinos y visitantes, obra de Pilar Cuenca y fechada en 2003.
Después del desayuno, atravesamos el pueblo buscando por dónde se llega a la ermita de San Isidro, encontrando a nuestro paso bonitos mensajes que no nos pasan desapercibidos.
Siguiendo el curso de la M-617 aparece una plaza donde se alza una cruz de autor desconocido, primer símbolo que nos recuerda a los cruceiros de tierras gallegas que encontrábamos a cada paso en nuestros Caminos de años anteriores.
Cerca de la cruz hay una pradera donde encontramos paneles informativos de la zona.
Tomamos dirección N, hacia las montañas, y tras atravesar una urbanización de chalets pisamos por fin camino, ancho y en bajada (Calle de la Cañada), siempre mirando a las montañas que cada vez están más próximas.
Tras pasar por alguna explotación ganadera llegamos a la Colada de Mataelpino a Manzanares, la tomamos hacia la izquierda, unos metros más adelante ya vemos las primeras señales del camino de Santiago.
Destaca en el paisaje uno de los hitos más representativos de nuestra sierra, el pico de la Maliciosa (2.227 metros).
Una vez que ya estamos en el trazado del Camino de Santiago, seguimos de frente dejando a nuestra izquierda pequeñas huertas y a nuestra derecha algunas fincas ganaderas. Habíamos leído que el camino estaba bien señalizado y es cierto. Vamos encontrando flechas amarillas por todo el recorrido: en piedras, fachadas de casas, maderos, en el suelo, en los puentes e incluso en los arboles está marcado el Camino.
Para llegar a Mataelpino tomamos un sendero que sale a nuestra derecha y asciende suavemente entre fresnos y robles hasta la entrada de la Finca Prado Nuevo.
Entramos a Mataelpino pasando junto a una rotonda en la que luce un águila imperial Ibérica con una culebra entre sus garras sobre el tronco de un árbol. Bonito y sencillo monumento dedicado a este ave rapaz del que afortunadamente aún podemos encontrar ejemplares en la Comunidad de Madrid.
Ya dentro del pueblo nos despistamos un poco porque han marcado con flechas tres recorridos alternativos. Primero subimos por una empinada cuesta.
Vamos buscando el albergue de peregrinos, para que nos sirva de referencia, pero al final terminamos en la Plaza de España, donde encontramos otra curiosa escultura en honor a las mujeres pastoras y un mojón con los 619 km que nos separan este año de la Plaza del Obradoiro.
Salimos de Mataelpino dejando atrás otra bonita escultura, inaugurada en abril de 2003, esta vez con temática infantil, y también en homenaje a vecinos y visitantes 😊
Este tramo que recorremos a continuación discurre paralelo a la M-607 (también conocida como carretera de los Molinos). Seguimos siempre en el lado derecho de la carreta, unas veces mas cerca y otras mas lejos. A veces el camino se hace más estrecho, llegando a ser un fino sendero arropado por las jaras.
Antes de llegar a Navacerrada hacemos un alto para nuestro momento anacardo. En esta parada atisbamos, a lo lejos, la curiosa figura de un camello que forman las montañas.
Llegamos hasta la zona del arroyo de la Angostura, que está especialmente bonita este año y el arroyo va rebosante de agua, al contrario que hace dos años cuando pasamos por aquí en la ruta de los embalses de Navacerrada, que el arroyo estaba seco. https://peregrinasblog.wordpress.com/2019/10/23/los-embalses-de-navacerrada/
Después cruzamos M-607 por una zona con bastante visibilidad y vamos en paralelo a la carretera hasta adentramos en un frondoso bosque donde tenemos que cruzar el río Navacerrada por un puente de piedra.
Tras atravesar el bosquecillo, llegamos hasta el acceso al Paseo de la Longuera, que dejamos a nuestra izquierda para continuar de frente entrando en la villa de Navacerrada por una urbanización de chalets que nos llevará directamente hasta El Porrón, donde teníamos reservada mesa para comer.
Después de comer, salimos del pueblo siguiendo las flechas amarillas. Ya sólo nos queda el último tramo hasta Cercedilla que nos obliga a subir una cuesta con bastante desnivel y a cruzar la carretera en varias ocasiones.
Llegamos a la altura del restaurante La Fonda Real, volvemos a cruzar con precaución la M-601 y tomamos de frente una pista asfaltada que nos lleva en bajada hasta el hotel rural La Casona de Navalmedio. Desde allí seguimos por pista de tierra hasta Cercedilla.
Sólo nos queda ir al aparcamiento de Cercedilla a por los coches y, desde allí, a El Boalo para recoger los otros dos coches y ya volver a casa.
Buen Camino y hasta la próxima, peregrinas!